5 de febrero de 2014

Las Atalayas


Siendo un espacio natural no demasiado visitado y conocido, con una superficie en torno a las 350 hectáreas, presenta sin embargo aspectos de interés naturalista, geológico, paleontológico y arqueológico, incluyendo parte del Cordel del Pozuelo. La zona de cumbre (873 m.) alberga especies botánicas de interés como la sabina y encina. Sobre el entorno deambulan mamíferos carnívoros como la garduña y el tejón, quizás la gineta, y aves rapaces como el búho real.

El cerro de Las Atalayas está formado por materiales calizos del Jurásico, donde aparecen fósiles de equinodermos, ammonites y gasterópodos, con una antigüedad de 158,5 m.a. Por encima de los estratos jurásicos aparecen unidades geológicas pertenecientes al Cretácico inferior, con una edad comprendida entre los 113-97,5 m.a., predominado fósiles como las glauconias de cocha cónica alargada y suturas bien marcadas, entre otras especies de bivalvos y antozoos. 

Yecla, 02-02-14

Las Atalayas, El Puerto y Umbría del Fator


"Desde lo alto de las Atalayas, el campo del Pulpillo se descubre infinito. A lo lejos, en lo hondo, la llanura -amarillenta en los barbechos, verde en los sembrados, negra en las piezas labradas recientemente- se extiende adusta, desolada, sombría". La Voluntad. Azorín.






Atalayas desde el Monte Arabí


Desde el punto de vista arqueológico Las Atalayas cuenta con una cavidad subterránea excavada por Javier García del Toro en 1983. La cueva, de unos 26 m. de longitud, prolongada por una sima, fue utilizada como cueva de enterramiento colectivo en el Eneolítico, como demuestran los materiales óseos encontrados. En el interior de la cavidad también se encontraron fragmentos de cerámica a mano y diferentes materiales calcolíticos, dientes de hoz y punzones de hueso. La entrada de la Cueva de las Atalayas debería estar tapiada para evitar la entrada de los “amigos de lo ajeno”.