Tras visitar el Parque Natural de la Sierra de Irta, no desaprovechanos la ocasión para acercarnos al emblemático castillo de Peñíscola. El casco viejo e la ciudad está masificado de turistas, y tiene susd consecuencias, la entrada al castillo es cara, 5 euros. La fortaleza de Peñíscola, construida por la Orden del Temple entre 1294 y 1307, ocupa la parte más elevada de un peñón unido a tierra por una estrecha lengua de arena.
¿Qué tiene de particular este castillo-palacio? En 1411 el Papa Luna, Benedicto XIII, transformó el castillo en sede pontificia durante el Gran Cisma de Occidente, también conocido como de Aviñon, en el que tres obispos se disputaron la autoridad pontificia. Fueron tiempos de contubernio entre diferentes estados europeos, de guerras y de corrupción en el Vaticano. En este contexto histórico se desenvolvió el aragonés Pedro Martínez de Luna (1328-1423), nombrado Papa por la obediencia de Aviñón. En Peñiscola habitó sus últimos años aislado y excomulgado, declarado hereje y antipapa. Desde aquí defendió sus derechos, emitió bulas, escribió tratados y polémizó con los papas de Roma. Todo un personaje de leyenda y película.
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